22.7.10

█ El túnel – Declaración de principios


Todo pareciera viajar por un túnel; o por infinitos túneles. Un conjunto de secos ríos subterráneos que llevan de un lugar a otro. Una vertiginosa serie de conexiones, de acontecimientos, que llevan la vida de lugar a lugar, de personas a personas. El nexo del mundo que viaja por abajo, mientras todos buscan la solución en un arriba.

El túnel es un simple canal, es un pasaje subterráneo que une dos puntos cualquiera del universo. Dos instancias. Es un paso, una transición a algo más. Algo que debe ser superado, traspasado. Algo que ha de transgredir la esencia del desánimo, del decaimiento, la postergación de la verdad que atrapa y no deja seguir.

El camino que siembra el túnel es desconocido a priori, pero es la única manera de ir a otro destino. Es el riesgo necesario. Es la manera de viajar y superar el vacío abismal de la nada: la tierra crujiendo, el miedo, la desesperación muda, el sudor, la impotencia, algo que te lleva de las piernas, el fundido a negro.

En la nada habitan como hermanos la ceguera espiritual y el oscuro tramo borrascoso entre un intento y el otro. El dolor mustio y cansado de volver a equivocarse, la execrable eternidad de lo que nos negamos y nos niegan. Lo imposible, eso, la porfía del estéril, la cárcel que yace aquí adentro y nos tiene sumisos adorándola. Esta lamentable costumbre de nunca avanzar, de siempre quedarse en medio de la vía. La nada te hace sentir los rieles, la máquina que acecha a toda velocidad. El viento, el frío, el chirrido del metal que hace bramar la tierra en la que uno se sostiene. Sentir venir el agudo grito de eso que no se puede ver y que duele. El negro infinito del túnel.


Al principio, siempre está oscuro

Gente que mira por la ventana

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